martes, 18 de junio de 2013

¡Cuidadín con los términos!

¡Buenas tardes a todos!

Me gustaría hablaros de algo que me preocupa mucho en estos momentos. Se trata de los términos que usamos día a día para nombrar a las personas. Seguramente esto sea algo que pasa completamente desapercibido para muchos de vosotros. Si os fijáis en las conversaciones, los términos que se usan al hablar de discapacidad no son los adecuados y mucho menos el cómo se usan.

Lo primero que tengo que decir, es que el término correcto de discapacidad es diversidad funcional. Discapacidad y minusvalía son términos que hacen menos válidos o capacitados a las personas que los llevan. Sin embargo, diversidad funcional es un término que encaja a la perfección. Una persona no tiene menos valor que otra, una persona no tiene menos capacidad que otra... una persona tiene DISTINTAS capacidades.

Lo segundo que me gustaría que entendieseis claramente es que la persona NO ES, la persona TIENE. Lo explico, es muy común escuchar Fulanito es autista, Menganito es down... sin embargo Fulanito y Menganito no son eso. Ellos, como todas las personas con una diversidad funcional, son PERSONAS, y es lo más importante. 

No es algo fácil de cambiar. Estamos acostumbrados a decir las cosas de una manera que puede hacer mucho daño sin ser conscientes de ello. Tenemos que educar a las personas que tenemos alrededor de estos pequeños detalles. 

Para entenderlo un poco mejor podemos hacer un ejercicio de empatía. Empatía con ellos, con sus familias, con sus amigos... Si nos ponemos por un momento en el lugar de una madre, que lo único que oye de la gente es que "su hijo es retrasado", que "como su hijo es retrasado", que "porque su hijo es retrasado"... pensad en el sufrimiento que tiene que suponer para esa madre. Aquí a lo que se le da importancia es al retraso que pueda tener su hijo, pero en ningún momento a su hijo en sí. Sin embargo, si esa madre escuchase que "su hijo Pedro", que "como su hijo Pedro", que "porque su hijo Pedro"... Suena muy diferente. 

Igualmente, podemos imaginar lo que puede suponer para ese hijo que tiene un trastorno. Todo el día oyendo que tú eres ese trastorno, que tú eres eso. Que por eso que tú eres estás limitado a hacer y a no hacer cosas... Si realmente ese hijo supiese que él no es eso, si supiese que tiene un trastorno con el que tiene que aprender a convivir y a sacarle el mejor partido, la mejor funcionalidad, si supiese que él es como todas las personas: únicas y especiales, aunque luego tenga algo que le va a dificultar algunos aspectos de su vida. Su calidad de vida sería mucho mejor porque se quitaría esa carga de saber que él no es ningún problema.

Anteponer a la persona es muy importante, porque la persona puede tener un síndrome, un trastorno, una enfermedad... ¡pero es una persona! 

Desde mi punto de vista, todas las personas tenemos un grado de diversidad funcional. No todas tenemos las mismas capacidades para las mismas cosas. Hay personas que se les da muy bien el deporte, a otras las matemáticas, a otras escribir, a otras bailar... Aquí entra un tema muy interesante que es el de las Inteligencias Múltiples, pero de eso ya hablaremos en otro post.

A una persona hay que tratarla por lo que es, no por lo que tiene. Y espero haberos dejado claro que todos somos únicos, maravillosos y muy especiales a pesar de las manías, síndromes, trastornos o defectos que tengamos, porque gracias a eso somos PERFECTOS.